viernes, 15 de agosto de 2008

Mario Briceño Iragorry

Historiador, escritor, diplomático y político. Hijo de Jesús Briceño Valero y de María Iragorry. Cursó estudios de primaria en su pueblo natal y de bachillerato en el Colegio Federal de Varones de Valera. En 1912 se trasladó a Caracas e ingresó ese año a la Academia Militar donde conoció al futuro presidente Isaías Medina Angarita. En 1914, regresó a Trujillo donde ejerció el periodismo desde las páginas de Ariel. En 1918 viajó a Mérida para seguir estudios de derecho en la Universidad de Los Andes, donde tuvo de compañeros, entre otros, a Diego Carbonell, Mariano Picón Salas y Caracciolo Parra León. Allí conoció a Josefina Picón Gabaldón con quien contrajo matrimonio en 1923. Fue director de Política y encargado de la Secretaría del estado Mérida en 1919. En 1920, se graduó de abogado en la Universidad de Los Andes. En 1921 regresó a Caracas, ingresando a la Dirección de Política Internacional del Ministerio de Relaciones Exteriores junto a Lisandro Alvarado, Jacinto Fombona Pachano y José Antonio Ramos Sucre. Para esa época, ingresó a la docencia en el liceo Andrés Bello del cual llegó a ser director. En ese mismo año, publicó Horas y en 1922, Motivos. Secretario de la Cámara de Diputados (1922) viajó a Nueva Orleans, donde ejerció el cargo de cónsul de Venezuela (1923-1925). A su regreso a Caracas, se recibió de doctor en ciencias políticas en la Universidad Central de Venezuela (1925). En ese mismo año publicó Ventanas en la noche e inició investigaciones de etnografía, lingüística y arqueología. En 1926, publicó Lecturas venezolanas. En 1927, regresó a Trujillo y fue nombrado secretario general del estado, ejerciendo interinamente la presidencia del mismo. En ese mismo año, fue director de la Escuela de Ciencias Políticas y publicó Ornamentos fúnebres de los Aborígenes del Occidente de Venezuela. En 1928 es designado presidente del estado Carabobo y meses después, secretario de la Universidad Central de Venezuela. El año siguiente publicó La fundación de Maracaibo e Historia de la fundación de la ciudad de Trujillo, cuyo título definitivo fue Los fundadores de Trujillo (1930). En 1930, se incorporó a la Academia Nacional de la Historia, y en 1932 a la de la Lengua. Cuatro años después se editó una de sus obras fundamentales, Tapices de historia patria y fue uno de los fundadores de la Asociación de Caballeros del Espíritu Santo, de la cual fue secretario. En 1936 fue designado ministro plenipotenciario en Centroamérica, con sede en San José de Costa Rica, donde actuó hasta 1941. Desempeñó, asimismo, la Dirección del Archivo General de la Nación (1942-1943), la Gobernación del estado Bolívar (1943-1944) y la Presidencia del Congreso de la República (1945). A raíz del golpe de Estado que derrocó el gobierno de Isaías Medina Angarita (18-10-1945), fue detenido y llevado preso al Cuartel de la Planicie. A los pocos días es liberado y se dedicó a ejercer su profesión de abogado. En 1946, recibió el Premio Municipal de Literatura por su obra Casa León y su tiempo y al año siguiente, el Premio Nacional de Literatura por su libro El regente Heredia o la piedad heroica. En 1949 fue nombrado embajador en Colombia. En plena madurez literaria, publicó una serie de libros que lo convierten en uno de los más densos exponentes de la historia y de la ensayística contemporánea de Venezuela. Algunos de esos títulos son: Alegría de la tierra, Vida y papeles de Urdaneta el joven, El caballo de Ledesma, Los Riberas. Cronista de Caracas (1951), apoyó a la candidatura presidencial de Jóvito Villalba en las elecciones de 1952. Tras el desconocimiento de la Junta Militar del resultado de dichos comicios se exilia en Costa Rica (1953) y Madrid (1953-1958). Una muestra de su obra apareció en la serie Obras selectas, de las Ediciones Edime (1954). En 1957, aparece su obra señalada como el libro síntesis de su doctrina: Por la ciudad hacia el mundo, donde anota: «La realización del verdadero sentido universal del pensamiento del hombre no está reñida con el crecimiento de los grupos nacionales. El nacionalismo en su verdadera concepción ontológica no implica una posición antihumanista, así se intente confundirlo con las formas agresivas del nazismo alemán. El verdadero nacionalismo, como expresión de humanidad, reclama que se le mire sub specie universalis. El nacionalismo, y vale repetirlo una vez más, representa en el plano de la valoración colectiva, un modo de obrar la personalidad de los pueblos...» En abril de 1958 retorna a Venezuela, pero dos meses más tarde muere. Sus restos yacen en el Panteón Nacional desde el 6 de marzo de 1991.

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